The Gospel, Spanish, p. 17

El Evangelio, español, p. 17

                         

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Lucas 13:1-5 nos habla de una torre en Jerusalén que se cayó y mató a 18 personas.  La mente Judía buscó una respuesta por esta tragedia.  Reconocieron que solo Dios puede conocer los pensamientos y hechos de los hombres.  Razonaron que quizás esas 18 personas sobre los cuales la torre de Siloé se cayó eran los 18 pecadores peores en todo Jerusalén. Dios podría haber juntado esas personas al tiempo y lugar indicado para ejecutar Su juicio justo.  Entonces esto significaría que Dios juzga con una “maldición”, y que solamente los más malvados son merecedores del juicio de Dios.  El resto de Jerusalén (aquellos que no fueron muertos por la caída de la torre) aparentemente tuvieron una vida bastante buena y que no estaban bajo el juicio de Dios.  Creyendo eso es creer que la Salvación es ganada por las obras de la ley, y que solamente los pecadores más malvados merecen el juicio de Dios.  Para aquellos que creían de esta manera, Jesús advirtió que ellos enfrentaban la condenación eterna de Dios.  El los manda que se arrepintiesen—- abandonar toda esperanza de conseguir justicia ante Dios por medio de las obras de la ley – y confiar solamente en Jesús por su Salvación.

En Hebreos 9:9-14, la Biblia habla de quienes procuran alcanzar a Dios por ordenanzas o ritos religiosos, y llama a estas cosas “obras muertas.” El mismo autor nos dice en Hebreos 6:1 que el “fundamento” de la fé cristiana es el “arrepentimiento de obras muertas, de la fé en Dios.” Quiere decir que uno tiene que dejar de confiar en “obras muertas” (ritos religiosos, mandamientos y cosas semejantes) para poder ejercitar una fé genuina en Dios.

El mandamiento de Dios es claro.  Si el hombre cree que por su religión entrará al cielo, tiene que arrepentirse (Mateo 3:7-9).  Si él cree que por obedecer la ley irá con Dios, tiene que arrepentirse (Lucas 13:1-5).  Y si él cree que por medio de los ritos religiosos se salvará, tiene que arrepentirse, y dejar de confiar en tales cosas para la salvación (Hebreos 6:1).  Así como la mujer en la página 14, uno debe de guardar el “dinero” en la bolsa y aceptar la vida eterna como un regalo gratuito.

La fé en Jesús no salva, si al mismo tiempo uno cree que Jesús murió por sus pecados, y sigue confiando que tiene que ser bautizado, asistir a la iglesia, obedecer a los diez mandamientos para “ayudarle” entrar al cielo. No se le puede agregar a Cristo una larga lista de cosas para hacer o ser para entrar al cielo.  Todas estas cosas se tienen que rechazar diciendo que no tienen ningún valor para la salvación sino solamente Jesucristo.

                         

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